Aún (El recuerdo)

 

Me ha llegado la noticia de que lo nuestro no tiene remedio. Y no supe cómo reaccionar, pues no sé qué tan malo sea.

Y aunque pinta para mejor, es extraño que en un funeral sonrías, cuando acabas de perder a quien quisiste tanto.

Aún recuerdo la mañana en que te empecé a querer… o tal vez fue una hora específica. Y me parece una lástima sentirte tan ajeno cuando eras tan mío.

Una pérdida que evoca tal compasión que me desprende el corazón y le da vueltas, cuidando que no haya más fugas como por la que te zafaste. Pues te abriste tal espacio, que al final te quedó grande.

Y yo me culpo y no tengo la culpa. Porque no puedes ver todo lo que hice para asegurar tu estancia.

 

Por eso vine a escribirte desde acá, con la esperanza de que algún día me leas y comprendas todo lo que he gastado en ti.

Desde la tinta que he escaseado al describir el regocijo en tus abrazos, hasta el nauseabundo dolor de tu partida.

Y al final esta llama que se proclamaba a sí misma como interminable, ya no calienta, sino al contrario, me hace titiritar.

Entonces podrás decir que se culminó en la primavera más fría de mi vida. Y que la despedimos juntos en el río de calles y risas.

Que al final tú nos recordarás entre tus buenas noches de sueño, y yo de la manera más caótica; borrando poco a poco el mínimo rastro de ti que haya quedado por aquí.

Y si tarde o temprano cruzas mi mente, solo te dejaré pasar sin detenerte, pues ese será el fantasma de lo que enterré en el día más lindo de mayo.

Por Estefanía Flores Arévalo.

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