La regla número 6

Quiero guardar este recuerdo en un lugar seguro. Lejos de lo que el tiempo pueda hacernos, lejos del mal que existe.

En un lugar que me sepa de memoria para recurrir a él cada que cruces mi cabeza, y poder revivirlo aunque sea un ratito.

Quiero recorrer las calles en que paseamos y transitar aquellas noches testigas de nuestras insaciables risas. Cuando era vital tomar tu mano y encontrar el momento para escalar a tus labios.

Se me ha otorgado la condena tan atroz de al cerrar mis ojos, recordarte en la cama cuando estoy por dormir; tu cara frente a la mía, tu cuerpo cerca y tus manos cuidando las mías.

Nuestros labios aledaños a la par que se sincronizaban nuestras respiraciones.

 

Con todo por sentir, acortábamos la distancia. Y a pesar de habernos besado incontables veces antes, los nervios nos ahogaban. Y es que cada beso nuestro se siente como el primero, y cada uno me ilustra nuevas maneras de quererte.

Quiero guardar este recuerdo en el lugar más bonito del mundo.

En lugares tan bonitos como en la curvatura de tu sonrisa, en el paisaje de tu mirada, en el regocijo de tus abrazos, en la calma de tu piel o hasta en las risas de tus chistes malos.

Es que no se me ocurre un lugar más bonito que cuando estoy contigo.

Quiero guardarlo en todas partes para encontrarte siempre. Para nunca olvidar qué se siente tenerte.

Y ya que estoy en esto, también quiero un mapa para no perderme. Uno que trace tus besos por mi cuerpo, donde pueda recordar tus labios rozando mi espalda a la par que me erizabas la piel, y donde también encuentre las coordenadas de esas sonrisas que se nos formaban al conectar nuestras miradas.

Un mapa para guiarme cuando sienta que me pierdo entre los días lejos de ti que pasan sin misericordia.

Voy a guardarnos cuidadosamente sin que se me escape algún recuerdo, para recurrir a ellos hasta nuestro reencuentro. Voy a protegernos hasta la próxima ocasión que se nos dé por vernos a solas. Pues busco ser testigo del tiempo a tu lado, del amor en aumento, y de la permanencia de ese brillo en tus ojos.

Por Estefanía Flores Arévalo.
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